La crisis de la racionalidad moderna ha dado paso a un nuevo término que pretende llenar el vacío que aquélla deja. La noción de postmodernidad nace, en cuanto movimiento crítico de la modernidad, con el objetivo de construir un nuevo modo de entender el mundo, cuya referencia es, sin duda, problemática, pues, ahora, se remite a un nuevo ámbito en el que se proclama el agotamiento de la razón moderna. Sin embargo, lejos de significar el tránsito hacia una nueva etapa en la que se han superado los esquemas racionales de la modernidad, más bien, viene a significar una nueva manera de entender sus elementos integrantes. El nuevo modelo de racionalidad que proclama la conciencia postmoderna intenta articular las rupturas que imposibilitan la formación de los sistemas políticos, económicos, sociales y culturales, decantándose por las particularidades y las diferencias frente a las grandes cosmovisiones de sentido único. La racionalidad moderna ahora es deconstruida y la sustantividad sustituida por discursos formales en los que ya no tienen cabida las utopías ni los proyectos emancipatorios globales. Con la postmodernidad, la cultura se ha transformado en pura mercancía donde su consumo es el corolario del proceso de mercantilización omniabarcante del capitalismo avanzado. Si nos atenemos a la tesis de Frederic Jameson: "la postmodernidad no es la dominante cultural de un orden social completamente nuevo, sino sólo el reflejo y la parte concomitante de una modificación sistémica más del propio capitalismo". El flujo de los contenidos de la cultura, sometidos a los movimientos mercantilistas que se implantan en las sociedades capitalistas, imposibilitan la formación de una cosmovisión esencial de la vida, condenando con ello toda representación a mera apariencia. Este aspecto de la postmodernidad ya fue profetizado por Marx al mostrar que la revolución constante de la producción significaba que toda solidez finalizaba por desvanecerse, pues, definitivamente, nada escapa a los efectos corrosivos del capitalismo.
Desde una postura crítica, nos planteamos las siguientes cuestiones: ¿realmente esta corrosión afecta a los esquemas propios de la razón moderna?, ¿el postmodernismo, además de referirse a los fenómenos culturales, económicos y sociales, cuestiona también los principios esenciales de la Ilustración encarnados en la razón y el progreso emancipador?, ¿destruye el discurso postmoderno las pretensiones de los discursos progresistas y emancipatorios que buscan el establecimiento y consolidación de un orden cultural único?, ¿realmente, estamos asistiendo al colapso del paradigma de racionalidad propio de la modernidad?. Sea lo que fuere, los nuevos movimientos postmodernos, lejos de establecer un orden cultural único, ponen especial énfasis en las diferencias culturales y afirman la pluralidad ontológica en el ámbito de las representaciones. Estamos, pues, asistiendo a la adquisición obligada de unas estructuras de discurso quebradizas donde las diferentes alternativas del sentido conllevan aperturas reales a nuevas experiencias hermenéuticas del mundo de la vida, cuyo modelo epistémico es el resultado del respeto y el diálogo entre las distintas civilizaciones. Por tanto, las objecciones que el pensamiento postmoderno articula frente a la cultura moderna es el haber olvidado la pluralidad y heterogeneidad de sentido que ella misma expresa como cultura.
Con la postmodernidad entramos en un terreno resbaladizo donde las seguridades se desvanecen y los conceptos se rastrean como meros simulacros, ya que ,como afirma Jacques Derrida, los conceptos no son más que simulacros que van dejando huellas. Asistimos, pues, a una época en la que el proyecto moderno ha entrado en crisis. Una crisis de las teorías críticas de la sociedad y la cultura, en cuanto crítica a la cultura burguesa y a la sociedad capitalista, desde la perspectiva del discurso emancipador de la Ilustración. Ahora bien, frente a la actual crisis resulta pertinente plantearse las siguientes cuestiones, ¿es posible superar la crisis de la modernidad en aras de mantener la creencia en su proyecto emancipatorio después de haber proclamado la muerte del sujeto social y de la noción sustantiva de racionalidad?, ¿es posible la emancipación de los individuos a través de la afirmación de las diferencias, tanto políticas como culturales y sociales?, ¿es posible la construcción de un proyecto emancipatorio, no ya por medio de una racionalidad sustantiva como proclamaba la modernidad, sino por una racionalidad formal del estilo que ahora invoca la postmodernidad?.Si creemos que la respuesta a estas preguntas es afirmativa no nos queda otra alternativa que recibir a la postmodernidad como la nueva etapa en el proceso liberador de la humanidad, de lo contrario caeríamos en un escepticismo pesimista que paralizaría cualquier proyecto emancipatorio.
Lecturas recomendadas:
Derrida, J.: La diseminación
Derrida, J.: La escritura y la diferencia
Jameson, F: Teoría de la Postmodernidad
Lyon, D.: Postmodernidad
Lyotard, J-F.: La condición postmoderna
Picó,J.: Modernidad y Postmodernidad