domingo, 4 de diciembre de 2011

LA PARADOJA DE OLBERS

A mediados del siglo XIX los astrónomos consiguieron resolver el problema de la distancia de las estrellas, hallando que se encontraban a distancias entre ellas superiores a un parsec (3,26 años-luz). La siguiente cuestión que se plantearon era ¿dónde se acaban las estrellas?, ¿Es el universo finito o infinito? y, en consecuencia, la cantidad de estrellas que hay en el universo ¿es finita o infinita? Si observamos el cielo nocturno en un día despejado podemos observar a simple vista unas 6000 estrellas. Sin embargo, sabemos que el número de estrellas que puebla el universo es muy superior. Desde el mismo instante en que Galileo enfocó el primer telescopio hacia los cielos en 1609 descubrió una infinidad de estrellas tenues que a simple vista pasaban desapercibidas. A medida que se iban introduciendo mejoras en los telescopios el número de estrellas que se descubrían se iba multiplicando. No parecía existir un límite en los nuevos descubrimientos. ¿A qué distancia se encuentra la estrella más lejana? Parecía no haber respuesta a esta pregunta e incluso parecía absurdo plantearla. ¿Era el universo un vasto mar infinito de estrellas?. La evidencia científica se decantaba a favor de la tesis que defendía la idea de una infinitud de estrellas en un universo sin límites. Sin embargo, la idea de infinito siempre ha repelido a la mente humana. Los ataques contra la hipótesis de un universo infinito se ha llevado a cabo desde dos frentes: uno teórico, basado en especulaciones racionales y otro empírico, basado en la observación..
El frente teórico surgió a partir de ciertas ideas expuestas por el astrónomo alemán Heinrich Wilhelm Matthäus Olbers (1758-1840), que en 1826 sugirió la famosa paradoja que posteriormente llevó su nombre: si el Universo tiene una extensión infinita y está poblado de un número infinito de estrellas distribuidas uniformemente por todo el Universo, entonces la cantidad de luz que llegaría hasta nosotros sería infinita y el cielo nocturno debería de brillar como la superficie de un sol ingente. Dado que éste no es el caso, Olbers sugirió que un modo de dar solución a esta paradoja sería introducir la hipótesis de la existencia de vastas nubes de polvo en el espacio interestelar capaces de absorber la luz procedente de las estrellas más alejadas, con lo cual a la Tierra llegaría sólo la luz emitida por las estrellas relativamente cercanas. Sin embargo la solución de Olbers no solucionaba nada, pues a medida que las nubes de polvo fuesen absorbiendo luz se irían calentando hasta que, en última instancia emitieran una cantidad de luz igual a la que absorbiesen. En definitiva, la luz que llegaría hasta nosotros seguiría siendo infinita y la noche estaría tan iluminada como el día.
No cabe duda, por tanto, de que el número de estrellas que pueblan el Universo observable no es infinito. Y hablamos de Universo observable porque de más allá de un radio de 4000 millones de parsec no puede llegarnos información alguna, pues los astros que se encuentran a esas distancias se alejan de nosotros a la velocidad de la luz. Su luz no puede llegarnos y la paradoja de Olbers queda entonces resuelta por la expansión del Universo. Jamás llegaremos a saber si el número de estrellas es infinito, pues más allá del Universo observable no podemos observar nada





M 31 - Galaxia de Andrómeda

Lecturas recomendadas:
Asimov, I: El Universo.
Hawking, S: Historia del Tiempo

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